
La primera competencia emocional que señala Daniel Goleman es: la conciencia emocional. Esta es la capacidad de reconocer el modo en que nuestras emociones afectan a nuestras acciones, pensamientos y sentimientos. También, se refiere a la capacidad de utilizar nuestros valores como guía en el proceso de toma de decisiones teniendo en cuenta nuestras emociones.
La conciencia de uno mismo es una competencia que puede ser aprendida y cultivada. Por ejemplo, mediante la meditación o con la práctica del no hacer nada. En estos casos poner foco en nuestras emociones nos ayudará a ser más conscientes emocionalmente. Otra manera de practicarla es ocupar el tiempo en leer, ver la televisión, o ir al cine y observar cómo estas actividades impactan en nuestro abanico emocional. En definitiva, la práctica de esta competencia es utilizar el tiempo en algo que nos permita poner el foco en abrir nuestras mentes a una sensibilidad más profunda, silenciosa (el espacio y el poder silente).
Las personas que trabajan esta competencia saben que emociones están sintiendo y por qué. Comprenden los vínculos existentes entre sus pensamientos, sus sentimientos, sus palabras y sus acciones. Conocen el modo en que sus sentimientos y estado emocionales influyen sobre su rendimiento y tienen un conocimiento al menos básico sobre sus valores y sus objetivos de vida.
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